La creación de una perla de vidrio de tamaño nanoescalar revela efectos cuánticos a macroescala.
La distinción entre el mundo ordinario y el reino cuántico es borrosa. A medida que un objeto aumenta de tamaño, su localización se vuelve más rápida a medida que sufre una transformación cuántica que enfría su movimiento.
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Investigadores dirigidos por Oriel Romero-Assart del Instituto de Óptica Cuántica e Información Cuántica (IQOQI) de la Academia de Ciencias de Austria (ÖAW) y el Departamento de Física Teórica de la Universidad de Innsbruck proponen un experimento en el que una nanopartícula teórica levita, en su estado fundamental, tiene un potencial frío, no visible («oscuro») creado por fuerzas electrostáticas o magnéticas. Se espera que esta evolución en el potencial oscuro produzca de forma rápida y fiable un estado de superposición cuántica macroscópica.
Abordar los desafíos en los experimentos cuánticos
La luz láser puede provocar escalofríos
» data-gt-translate-attributes=»({«attribute»:»data-cmtooltip», «format»:»html»})» tabindex=»0″ role=»link»>nanoescala-Esfera de vidrio de tamaño en su estado fundamental dinámico. Si se las deja solas, bombardeando moléculas de aire y dispersando la luz entrante, estas esferas de vidrio se calientan rápidamente y abandonan el régimen cuántico, lo que limita el control cuántico. Para evitarlo, los investigadores proponen dejar que la esfera crezca en la oscuridad, con la luz apagada, completamente guiada por fuerzas electrostáticas o magnéticas no uniformes. Esta evolución no sólo es lo suficientemente rápida como para evitar el calentamiento de las moléculas de gas perdidas, sino que también elimina la localización extrema y caracteriza sin ambigüedades las propiedades cuánticas.
Abordar desafíos prácticos y perspectivas futuras
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