El concepto de sostenibilidad dentro de la química y la industria química es diverso y ha evolucionado significativamente a lo largo de las décadas. Pero todos incluyen avanzar hacia una menor intensidad energética y sistemas más simples y circulares, reduciendo la carga ambiental de los productos y procesos.
Además de estas consideraciones cotidianas, existen otras consecuencias menos predecibles de nuestra industria. Existen riesgos y peligros inherentes y, cuando las cosas van mal, el impacto puede ser enorme. Por ejemplo, el descarrilamiento de un tren en Palestina Oriental, Estados Unidos en 2023, o los diversos incendios, explosiones, derrames y fugas de petróleo que ocupan titulares con bastante regularidad en todo el mundo. Debido a su naturaleza variable e impredecible, el costo para la salud y el medio ambiente de tales eventos es al menos tanto como el costo de producir estas sustancias químicas y utilizar sus derivados.
Es imposible eliminar por completo tales incidentes. Pero podemos prevenir muchos y reducir su impacto cuando ocurren. Parte de esta reducción se puede lograr mediante la innovación en los procesos químicos existentes, pero también existen oportunidades para desarrollar alternativas que sean inherentemente menos peligrosas.
Existe una barrera de costos para cambiar cualquier proceso determinado, y no es algo que los productores se tomen a la ligera. Pero está claro que para cumplir los compromisos en materia de clima y emisiones, es necesario reemplazar por completo una gran cantidad de productos o hacerlos más sostenibles. Y si se están rediseñando procesos, productos y cadenas de valor, todo se reduce a comprender cómo reducir todos los aspectos de su impacto potencial.
Este ya es un concepto y una práctica familiares en gran parte de la industria química. La seguridad de los procesos y la mejora continua están respaldadas por varios programas industriales y regulaciones externas. Pero existe un valor potencial en establecer vínculos más claros entre la seguridad y otros aspectos de la sostenibilidad. En Europa, este enfoque se está integrando (como directiva voluntaria) en la sostenibilidad de la estrategia química de la UE, con la idea de que los productos químicos deben ser «seguros y diseñados de forma sostenible».
Hasta ahora este concepto sólo ha sido definido de forma muy vaga. Cefic, el Consejo Europeo de la Industria Química, sugiere que las normas para la evaluación de productos químicos deberían «abordar los tres pilares de la sostenibilidad -factores medioambientales, sociales y económicos- y adoptar un enfoque de ciclo de vida».
Ésta es una dirección positiva. Sin embargo, como ocurre con otros cambios impuestos por regulaciones y que requieren inversión, siempre existe el riesgo de que las empresas opten por autoridades más asequibles, en lugar de absorber los costos adicionales. La UE y el Reino Unido se encuentran en las primeras etapas de implementación de medidas para prevenir este tipo de fuga de emisiones de carbono; puede ser necesario proteger de manera similar otros aspectos de la seguridad y la sostenibilidad.