Ekkehard Peik es relojero. Pero en lugar de pasar sus días mirando pequeños engranajes y resortes a través de una lupa, sus herramientas del oficio son potentes láseres, cables y, ocasionalmente, radioátomos. Peck, director del Instituto Alemán de Metrología (PTB), es uno de los pocos físicos que han pasado la mayor parte de tres décadas tratando de crear el reloj más preciso del universo.
Desde la década de 1950, los investigadores han estado construyendo relojes atómicos, los mejores de los cuales ahora son tan precisos que sólo fallan un segundo cada 31 mil millones de años. Pero están a punto de ser sustituidos por un nuevo modelo: el reloj atómico.
Promete superar a sus homólogos nucleares tanto en términos de exactitud como de precisión. Un reloj atómico, en principio, sólo salta un segundo cada 300 mil millones de años. Te preguntarás ¿por qué necesitaríamos algo con una sofisticación tan sutil? Porque servirá para algo más interesante que simplemente decir la hora. Los relojes atómicos pueden ayudar a investigar algunos de los misterios más profundos del universo, incluida la naturaleza de la materia oscura y algunas de las extraordinarias fuerzas fundamentales que dan forma a nuestro universo.
El tictac de los relojes atómicos actuales es el resultado del movimiento de electrones entre un par de capas alrededor del núcleo de un átomo. La transición entre estas capas es impulsada por láseres que brillan sobre los átomos para realizar oscilaciones en la frecuencia correcta, un estado conocido como resonancia. Esta frecuencia de resonancia, el número de pulsos de luz por segundo, establece el…